Haciendo un poco de arqueología literaria costarricense en la Feria Internacional del Libro, me encontré con ¡El amor esa bestia platónica! de Carlos Cortés.
La edición estuvo a cargo de la Editorial UNED. De solapa dura, con papel bond de 75 gramos de color rosa claro. El diseño de la portada (e imagino que de su contenido) estuvo a cargo de Georgina García Herrera con base en un grabado de Durero. Le hubiera agradecido abstenerse de incluir en el diseño de las páginas internas las imágenes de un cortesano y una damisela que producen demasiado ruido al leer.
La presentación estuvo a cargo de don Isaac Felipe Azofeifa. ¡Gran honor para Carlos!, pero sus palabras se quedaron cortas ante la calidad de la obra que leí.
Soy un mal escritor y poeta de tercera, pero me precio de realizar una lectura meticulosa de la poesía costarricense o nicaragüense que llega a mis manos. Tomo notas en cada texto, hago corrección de pruebas y, en algunos casos, de estilo. Apuntes que me permiten valorar las obras y que son demasiado simples, en comparación con las notas cruzadas que realiza con mayor paciencia el maestro Sergio Román.
En todas las ediciones de poetas jóvenes, que han caído en mis manos durante los últimos años, se nota descuido en los detalles. Incluyo desde las obras del tan apreciado Luis Cháves hasta el mitificado Soundtrack de Felipe Granados (Q.E.P.D), que incluso denotan alguna superficialidad al incorporar el estilo de los grandes poetas contemporáneos al contexto local.
De las solapas, extraigo que Carlos escribió estos textos entre 1981 y 1987. Dicho de otra manera, los escribió apenitas pasados los 20 y rayando los 25, lo cual es aun más meritorio, pues a tan tierna edad demuestra una madurez estilística excepcional y conocimientos en la poesía clásica más allá de la media.
En 1991, la UNED lo editó en Costa Rica y no fue sino hasta 20 años más tarde que llega a mis manos este tesoro: uno de los 500 ejemplares publicados. Agradezco y aborrezco que hubiera sobrevivido veinte años en las bodegas y no hubiera encontrado más compradores.
La obra inicia con un poema-pórtico Amor monia vincit del cubano José Kocer escrito en 1990:
"... puse a su diestra sobre el escabel
un platillo de maíz tostado dos cervezas
heladas algún otro saldito comisuras
paladar y lengua.
Estoy traspuesto: me dijo, ¿nos conocimos jueves o viernes?
Jueves. Yo no titubeo."
Y continua con otros versos clásicos de Fray Luis de León, Ibn-Al-Farid, Alighieri, Petrarca, Cavalcanti, Rosansard y concluyen los epígrafes o poemas-pórticos con Sor Juana Inés de la Cruz:
"Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos sí sé qué para olvidarte."
Todos los textos que presagian exactamente lo que encontré en sus páginas: una fusión de lo comtemporáneo y lo clásico, en la estructura y los sentidos, en los significantes y los significados y viceversa, respectivamente; que desde polos opuestos se dirigen a un cruce de vías que augura un accidente de proporciones catastróficas de las emociones y sensaciones. Como si los átomos que conforman la palabra polen fueran a desintegrarse en la desembocadura de la carne en palomas de polvo. Al final, quedan las esquirlas en la vida, la memoria y los versos.
El amor esa bestia platónica fue presentado y ganó los Juegos Florales Centroamericanos en Guatemala en 1988, mientras en Costa Rica brilló por su ausencia en los premios nacionales de ese año e incluso de 1991.
Los jurados serían incapaces de premiar cosas como: "abres la breve boca / como si yo pudiera entrar / en ella" o "el loto arrugado y los colmillos de la mariposa", ¡demasido obsceno para mentes conservadoras! Al final de este post iré recopilando los Aquileo en poesía para que me sirva de referente en el futuro y mientras Debrus Jiménez de Cultura CR consigue la lista completa en el Ministerio.
Hoy no serían diferentes las cosas, para nada. No le darían ningún premio. Hemos comprobado que los trabajos que han mostrado mayor rebeldía en el lenguaje o contenidos, o los que abordan la marginalidad, han quedado a la vereda de los reconocimientos oficiales. Al final, ¡y qué importan los premios!, si lo más relevante es el goze y en alguna medida la posteridad.
Me gustaría ser el explorador que encontró y rescató este espécimen de los anaqueles de las estanterías, para que también ustedes lo disfruten. Les dejo una probadita, una pequeña selección. Lo mejor será ir a la Librería Universitaria, de seguro ahí lo encontrarán.
6.
en el torvo encaje del ido cuerpo
algo nace entre los dedos eléctricos
una flor de humo
vaho de pájaros
llama de flores
manos suaves como mellizas
la pasión envuelta en el mimbre
dócil del ayuntamiento
hay algo más que ebriedad y muerte y esta caricia fresca
en los cueros descobijados
esta mitad sin consuelo
esto que es azul
y que también es nada
algo más que jardines colgantes en el cielo
que trabajos de amor perdidos y flores arrancadas
cuando ya no nos hace falta la vida
y sigue ahí como las cicatrices que la luz
deja ver en la luna
ni anhelo ni memoria
solo la vida solo la espuma de la vida
y la sonámbula nostalgia y la ilusión de una piel nueva
¿qué digo cuando digo amor?
8.
III
Repirar la verdadera luz
entre los muslos de seda
en el extremo avasallado por la desmesura
que describe un espacio
donde el bordel del fuego combate por el jadeo
nadar donde no exista más
líquido que tu saliva ahogada
en el más distante apetito.
10
el principio y el fin se muerden la cola
juegan como lobos que querenciosamente
se desvisten de su piel de deseo
desnudos ante un espejo de impaciencia
15
El amor es todo lo que fue
(cualquier cosa)
el pelo alborotado por el semen
el animal que combate en el hueco
y en el recoveco
el ajuar de medianoche que la mano desata
el loto arrugado y los colmillos de mariposa
que brotan de la tierra nupcial
en la sábana pura
26.
II
Entre la noche y el viento
angel y caída
entre el vértigo y vacío
flor y boca
entre la hojarasca y la semilla
cielo & tierra
entre la ingrávida estalactita
y la edad de oro
entre romance y lengua muerta
(o dormida)
entre sí y no la herida
29
(cantiga)
hoy me he sentado como se sentaría el último
niño que quedara en la tierra, para pensarte
como se piensa algo por última vez, como se
ama algo que ya no se ama, me he sentado como
una estrella en la mañana a escribirte el último,
oigase bien, el último poema que te escribo en la vida,
que es como dictar gotas de películas mudas al oído, gotearte flor
de luna o ponzoña de mariposa a la luz
de un futuro mediodía, parado en seco en
mitad de la mar, hoy he rememorado todo lo que viví en vos,
aunque las malas lenguas digan que fue sobre vos o vos
sobre mí o haciendo el 69 o debatiendo la posición
árabe, hoy he resuelto que eso ya es historia
y no precisamente de la general sino una muy muy
partircular, una que ya está lejos de los dos
que parece que no vale la pena recordarla hoy,
sin embargo la fue desenredando toda como una memoria
de papel, recordando los besos de doble sentido,
la pasión avanzando en un solo sentido, las caricias
invirtiendo los cinco sentidos, y resuelvo y hago público
que no tengo nada más que decirte, que si te encontrara
en el cielo o en la tierra, si de nuevo coincidiéramos en
el mismo lado de luz que da a la calle no agregaría
una sola letra al tango, no te traicionaría, de todos modos vos no
ibas a alcanzarme con los ojos o con los gritos de
tanto memorizar que en otro tiempo lloraste por algo que valiera
la pena, que tantas veces ronroneaste de amor, porque vos lo hacías
así, ronroneando, lastimándote, negando, y me hiciste
discursos exaltados cuando vos no, no estas hecha para eso,
ni me sorprenderías infranganti como lo hiciste la primera vez
y como quisiste y acostumbraste a hacer más o menos durante el
año & medio en que fuimos toda-una-vida, cuando estuvimos juntos
en la misma sombra,
pero hoy creo que no tengo ni una cola de nada más que darte
y tampoco es porque no tenga nada o te lo haya dado todo,
no es eso, por que tal vez pierdo el tiempo en furias más
cercanas, como acostumbramos los hombres, no es eso,
porque tuvimos un hijo ni vos abortaste, no porque no te
haya raptado de los brazos de tu madre, no porque no nos
casáramos varias veces en una pequeña ermita colonial
de nicaragua o vos volvieras con tu parentela y tu padre
me echara a los perros, no fue por eso que hoy he remontado rio
arriba los memoriosos rápidos, ventilados las íntimas mazmorras y
puesto las manos al fuego, sino por amor,
mientras dura este pedazo de papel para volver a amarte.
sí también a vos
39
estoy harto del paraíso
la eternidad
solo me es leal
en tu cuerpo
48
I
cuando baje la niebla y de los amantes
quede yéndose el instante en que te haya
dejado ir y estés entre los nombres
que solo puedo pronunciar para los amigos
cuando copie contra la lluvia el número
de tus ojos y siga el curso del olvido
y renuncie a toda claridad en ciernes
y sea viernes en toda la ciudad
y te recuerde por correspondencia
y sepa irremediablemente mía que te devolveré
lo que se me pegó de vos a plazos
y no por casualidad entienda
por primera vez la lluvia
desemarañándome al fin del amor
II
cuanto tu cuerpo sea mecha para el olvido
y te habite la niebla después de tanto
tropiezo inútil y diga que ya no te amo
pero que te evoco con mucho cariño
cuendo me pidan que reconozca entre miles
de difuntos los labios donde cicatrizó
el espanto y admita el delito de enmudecer
cuando sea famoso tu rostro
entre los lectores de mis manos
y tu cuerpo viva para incendiar la amnesia
(la despedida)
ella-la-demasiado-bella
la vida
me pregunta
¿Cómo fue la primera noche?
¿no te acordás?
tu cuerpo fue tinta indeleble
El amor esa bestia platónica está ahí entre los mejores trabajos de Carlos Cortés esperando una reedición. Reencontrar a los lectores con esa bestia, que desvaría entre lo clásico y la modernidad. Esperando su merecido lugar en la poesía contemporánea costarricense (que ya le ha sido concedido en otras tierras) y, probablemente, será entre los mejores poemarios que se han escrito en Costa Rica en los últimos treinta años.
Premios de Aquileo Echeverría Poesía
2009 Lil Picado, Trópico de mi
2008 Erick Gil Salas, Las voces, los oficios y otras cosas
2007 Erick Gil Salas, La Luna en la rayuela
2006 Mía Ggallegos, El umbral de las horas
2005 Vivian Cruz, Vientre de Ocarina
2004 Rodolfo Dada,De azul el mar
2003 Julieta Dobles Izaguirre, Poemas para arrepentidos
2002 Xenia Gordienko, De flores y de cantos
2001
2000 Marta Royo, Frutos Dormidos
1997 Julieta Dobles Izaguirre, Costa Rica, poema a poema
1994 Mayra Jiménez, Me queda la palabra
1992 Julieta Dobles Izaguirre, Los pasos terrestres
1987 Rosita Kalina, Los signos y el tiempo
1985 Mía Gallegos Domínguez, Los reductos del sol
1982 Janina Fernández, Certeza
1978 Floria Jiménez Díaz, Me lo contó un pajarito
1976 Julieta Dobles Izaguirre, Los pasos terrestres (es un error, pues aparece concedido al mismo libro en 1992.
1970 Isaac Felipe Azofeifa
1968 Julieta Dobles Izaguirre, El peso vivo
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